Donde la podólogo

- ¿Se puede saber a dónde vas?- me pregunta mi esposa con esa mirada que hace presagiar una tormenta.
- Al podólogo, mijita- le respondo bajando la vista.
- ¿No querrás decir podóloga?
- Pero si eso dije, a la podólogo. Ya sabes que odio el afán populista de los políticos que para atraer votos femeninos nos han metido el tema del "género". Fíjate que estoy a punto de proponer que ahora que las mujeres juegan fúlbol, deberemos referírnos a los jugadores hombres "futbolistos" y a ellas "futbolistas". Todo esto se inició cuando la Bachelet asume la...
- ¡¡DEJA DE DESVIAR LA ATENCIÓN. ESE TRUCO YA NO FUNCIONA CONMIGO!! -me grita fuera de sí. -Ya sé porqué vas tan seguido a atenderte. Ayer fui a ver qué tenía de tan especial
- ¿Entonces viste que es una excelente profesional? -le digo mientras me sonrojo.
- No. Pero ví sus enormes pechos, su gran escote y a 20 imbéciles como tú esperando para atenderse solo con ella. Apuesto que, siendo tan analitico con las finanzas, te dejaste influenciar por alguno de los tarados de tus amigotes y actuaste por la emoción más que por la racionalidad. A partir de mañana -me dice en tono dominante- te atiendes solo con mi hermana.
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Cuando se realiza una investigación de mercado, se debe tener presente que, dentro de un mismo segmento, los individuos tienen personalidades distintas que los sub agrupan en cuatro tipos de clientes:
- El cliente analítico que, además de informarse, compara entre varias marcas y locales de venta.
- El cliente influenciable, que acepta con gusto recomendaciones y que le expliquen los atributos del producto
- El cliente emocional, que reacciona frente a estimulos como la publicidad o un complemento promocional.
- El cliente dominante, que sabe o cree saber lo que quiere e impone su opinión.
Ser capaz de identificarlos permite diseñar estrategias de venta diferenciada para el éxito del proyecto.

Y ¿dónde está el marido?

- Ya, vámonos que es tarde- le digo a mis amigos mientras jugábamos una partida de póker.
- ¡Pero si Cristina sabe que estás aquí! ¿para qué te preocupas?- Me responde el Rucio (le decimos así por lo negro).
- Ninguna mujer "sabe" dónde está su marido. Todas son desconfiadas- interviene el Chanana.
- Mentira- dice Juanito- la Teresita, mi vecina- siempre sabe donde está su marido.
- Ah, porque es viuda- nos aclara el Same.
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En la formulación de un proyecto es fundamental saber dónde está la demanda. En muchos casos debe considerarse tres orígenes de ella: a) la demanda residente: la compuesta por personas que habitan en la zona donde se evalúa ubicar al proyecto; b) la demanda transeúnte: la que podría captarse de personas que transitan por el sector, ya sea por su lugar de trabajo, cercanía a centros comerciales o estaciones de la locomoción colectiva; y c) la demanda atraída: la que se logra luego de un posicionamiento de imagen positiva, fidelizando clientes que, aunque se cambien de barrio regresen al proyecto e, incluso, promuevan en su nueva ubicación las bo ndades del negocio generando más demanda atraída.

De tal palo tal astilla

- Este es mi hijo Raimundo, el que está estudiando medicina- me dice orgulloso mi cuñado.
- Mmm... déjame hacerle una pregunta para probarlo- le digo con poco entusiasmo- ¿qué le recomendarías a un paciente que perdió un brazo y una pierna en un accidente ferroviario?
- Pedir limosna- me responde con total seguridad.
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La etapa de formulación de un proyecto tiene mucha más importancia de la que el común de los profesionales le asigna. No se trata de evaluar un proyecto sino que de ayudar al inversionista a configurarlo de la mejor manera posible. Para ello, se necesitan dos condiciones:
a) identicar todas las opciones para elaborar un producto o prestar un servicio.
b) hacerse asesorar por expertos para asegurarse de que no se omitió alguna opción importante.
En el sector salud, por ejemplo, es relevante plantearle al paciente distintas opciones y no solo la mejor desde un punto de vista médico. Un implante dental permanente es mejor que un puente. Pero si el paciente no dispone de recursos para una solución definitiva, debe dársele la posibilidad de otra que le permita una mejor calidad de vida.






Ya no vale la pena separarme



-¡¡Nassir!!- me grita un amigo al que hacía dos años no veía.
-¡Hola Juan José! Qué gusto de verte ¿Cómo te ha ido? ¿Te separaste al fin de la bruja de tu mujer?- le digo en broma.
-No- me responde en voz baja. Cada día se me hace más difícil separarme.
-Claro...con los años uno va dándose cuenta de otros valores...
-No, imbécil- me interrumpe, es que cada vez que se hace una cirugía estética la encuentro menos mala.
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Cuando un gobierno pospone una inversión y compensa con obras de mitigación del problema que originó la idea del proyecto a quienes iban a ser los beneficiarios , lo único que se logra es que cada vez que se reevalúe ese proyecto menos beneficios encontrará.
Por ejemplo, cuando se posterga la construcción de un puente para unir una isla con el continente y se construyen rampas, se amplían los servicios de salud en la isla, se subsidien algunos costos o se mejoran los transbordadores, los beneficios sociales de construirlo más adelante ya no podrán incluir el mismo ahorro de tiempo, los mismos problemas de salud que se evitarían o los costos que antes de la compensación se pagaban. Claro que aparecerán otros beneficios como el aumento de tráfico.

Implantes

- ¿Qué te pasó?- le digo sorprendido a un amigo que venía a visitarme con la cabeza vendada.
- Mi señora me tiró un jarrón. Me pidió dinero para implantarse un diente porque dice que se ve fea.
- Seguro le dijiste que no. Eso te pasa por avaro.
- Al contrario. Le propuse darle un poco más de dinero pero para que se agrandara los senos, ya que así nadie se fijaría en sus dientes.
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Cuando se detecta un problema o encuentra una oportunidad para mejorar una situación existente, lo correcto es buscar el máximo de opciones para solucionar el problema o emprender la mejora. Cada una de ellas debe evaluarse como un proyecto para poder determinar cuál es la más conveniente para la empresa.
Incluso debe considerar la posibilidad de no hacer nada.