Uno, más uno, más uno, igual cinco



  ̶   ¡Gracias tío por invitarme a cazar el próximo fin se semana!  ̶  me dice saltando de alegría mi ahijado.
  ̶   No te invité a ti  ̶ le respondo. Invité a tu papá y él te lleva para que tu mamá descanse un rato de ti.
  ̶   ¿Todavía tiene a sus perros Mart y Nez? Esos sí que son bravos. Tiene que amarrarlos cuando vayamos.
  ̶   Lamentablemente “Martinez” murieron hace tiempo. Si no, los soltaría cuando estés allá.
  ̶   ¿No tiene perros? ¡Pero si a usted le gustan tanto!
  ̶   Dije que se murieron, tonto. No que no tenga. Ahora tengo tres: la Raya, el Pala y la Suma.
  ̶   Esos sí que son nombres raros.
  ̶   Nada de raro, cuando llamo a uno sabe que es para jugar o para que me haga compañía y si llamo a los tres, saben que algo pasa y que deben actuar en equipo para proteger la casa, acorralar un conejo o morder a un ahijado tonto.
  ̶   No le creo… ¿cómo van a asociar que nombre a los tres con que tienen que trabajar juntos?
  ̶   Porque si les digo Rayapalasuma saben que no hay tiempo para nada más y que espero resultados concretos.

Los estudios de viabilidad no son, como a veces se realizan, secuenciales. Son simultáneos y complementarios y se retroalimentan entre sí. Aunque la última etapa en ser terminada es la de la viabilidad económica, ésta se relaciona con la técnica para ayudar a buscar la mejor configuración técnica que cumpla con las normas identificadas por las viabilidades legal y ambiental.
Si en una zona existen restricciones de altura máxima de construcción, límites a la emisión de partículas contaminantes, exigencias de obras de mitigación por eventuales impactos viales negativos, entre muchos más, obliga a trabajar simultáneamente en la búsqueda de una solución que sea técnicamente posible, que cumpla con todas las normas vigentes y que sea económicamente la mejor entre todas las opciones identificadas.