Matrimonio

Mi matrimonio fue muy bonito. Quisimos con mi esposa hacer algo distinto (casarnos a mediodía) y que nos cantara un profesor de la cátedra de Administración (gratis). Gracias a mi esposa, la ceremonia fue muy diferentes a todas, al extremo que el sacerdote salió impresionado (y tiritando). Incluso, cuando nos ve, cruza la calle para no conversar con nosotros. Todo eso porque cuando le hace la típica pregunta a la que sería mi esposa de que si me acepta hasta que la muerte nos separe, ella responde:

No.

¡¿Qué?! dijimos al unísono el cura, los padrinos y yo.

No, porque no quiero tener incentivos para cometer un asesinato más adelante.

Las decisiones que se tomen hoy deben considerar los dos elementos básicos de cualquier iniciativa o proyectos: costos y beneficios.

Los beneficios se materializarán si sabemos darle al proyecto cuatro elementos mínimos que componen el concepto de valor:

a) Oportunidad: debe estar en el momento y lugar adecuado, ojalá anticipándose a la competencia. Esto influirá en los costos de distribución.

b) Amplitud: debe ser entregado en la forma que lo determine el mercado segmentado. Si observamos que la población está envejeciendo y aumentando el número de personas que viven solas, se confeccionarán tamaños de envases con una o pocas unidades. Por el contrario, si va a restaurantes u hospitales, deberá ser todo lo contrario. Si se va a abordar a más de un segmento del mercado, esto influirá en los costos del proceso de envasado, tamaño, almacenaje, distribución, control de inventarios, etcétera.

c) Originalidad: debe fortalecerse el factor diferenciador con los productos competitivos. Esto influirá los costos publicitarios y posiblemente los de investigación si el producto requiere ser continuamente renovado.

d) Consistencia: debe mantenerse el principio de coherencia entre lo que la empresa es (imagen proyectada), lo que dice que es (imagen deseada) y lo que otros creen que es (imagen percibida).

Los clientes comprarán los productos que el proyecto ofrecerá si aprecia en ellos un valor igual o mayor al precio que pagará.

El objetivo de quien formula un proyecto no debe ser nunca el de minimizar costos (a menos que existan restricciones de recursos que imposibiliten otra cosa), sino determinar los costos adecuados para que la rentabilidad se maximice.

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