¡¿Cómo vas a brindar con agua en mi matrimonio?! -me dice un buen amigo
cuando se acerca a nuestra mesa donde lo esperábamos para felicitarlo por tan
importante cambio en su vida (que para algunos termina en va jada).
- Es que debo conducir y no quiero arriesgar mi vida en un accidente- le
respondo.
- Si viniste con tu esposa que no bebe ¡qué ella maneje!- me indica como
retándome.
-
¿Qué no entendiste Rubén? Te estoy diciendo que no quiero arriesgar mi vida.
En cualquier tipo de negocios existe la posibilidad de que ocurran
acontecimientos inesperados que dan origen a dos tipos de riesgo: sistemático y
no sistemático. El riesgo sistemático es aquel que afecta a todo el mercado,
mientras que el riesgo no sistemático es el propio de un proyecto, empresa o
grupo de empresas.
Riesgos sistemáticos típicos son la inflación (por ejemplo, por el alza en
los precios de los insumos después que se entregó una cotización al cliente),
el riesgo de interés (a mayores intereses, pueden postergarse compras no
imprescindibles), el riesgo de tipo de cambio (cuando se depende mucho de
insumos importados, una variación en el tipo de cambio encarece estos insumos)
y el riesgo país (si, por ejemplo, hay muchas transacciones con un país que enfrenta
cambios sostenidos en las condiciones comerciales).
Son riesgos no sistemáticos el riesgo económico (como los cambios en la
demanda, en los precios de promedio del mercado o en los costos directos del
proyecto), el riesgo financiero (cuando se usan recursos de terceros, se
enfrenta el riesgo de insolvencia, o sea, de no poder pagar con los flujos los
intereses y la amortización de las deudas), el riesgo del crédito (como la
probabilidad de no pago o morosidad de los clientes) y el riesgo de liquidez
(dificultades para transformar activos en recursos líquidos a precios
razonables).
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