Después
de cenar y mientras pasábamos a la sala a tomar el café, la esposa de uno de
mis amigos invitados dice acercándose al piano:
- ¡No me digas que además de escribir tocas!
- Toco, pero no piano- le digo con picardía.
-¿Tú tocas? Já. Lo mejor que sabes hacer bien con
tus manos es escribir y sujetar la pipa-dice mi esposa.
- ¡Que toque, que toque…!-empiezan a corear todos, menos mi esposa que me
mira con esa cara de ¡Ni se te ocurra!
Igual me
senté y empecé a tocar feliz de captar la atención de todos por primera vez en
la noche.
A los tres minutos de iniciada mi actuación, uno
de mis amigos me interrumpe:
- Tú debes ser muy buen cristiano
- ¿Por qué?-pregunto con curiosidad, mientras veo al resto que mientras
aplaude se levantan a buscar sus abrigos diciendo que era muy tarde y que debía
irse.
- Porque tu mano derecha no sabe lo que hace la
izquierda.
Ningún emprendedor tiene que saber todo acerca de su negocio ni
por ello dejar de hacerlo. Lo primero es ser capaz de reconocer sus
limitaciones y la importancia de contar con los equipos de apoyo calificados en
las materias donde tiene falencias. Tan importante como esto es poder
constituir con ellos un equipo de trabajo que se complemente e identifique con
los objetivos del emprendedor. Lograr que se alegren por los éxitos y hacerlos
sentir que son una pieza importante del engranaje es fundamental para tener
resultados positivos.
El trabajador, por otra parte, requiere sentirse recompensados
por sus aportes, reconocido por sus esfuerzos y respaldado con lo necesario
para poder hacer un mejor trabajo.
Por ello, al evaluar el proyecto se debe determinar cuál es la
remuneración justa, no en sentido de “justicia” sino de la que optimice el
costo total. En muchas empresas se observa que menores remuneraciones van
acompañadas de una alta rotación de personal, que obliga a asumir una serie de
otros costos comúnmente ignorados como, por ejemplo, los gastos de
desvinculación, contratación y capacitación, además de los costos ocultos de
una menor productividad inicial durante el proceso de aprendizaje, el aumento
de mermas y material dañado o el incumplimiento de plazos con los clientes.
Lo anterior no debe considerarse como una recomendación a
aumentar las remuneraciones. Todo lo contrario. Es un ejemplo de que una
decisión debe considerar todos los efectos, directos e indirectos, para
resolver mejor. A veces, podría ser conveniente pagar una remuneración baja si
el ahorro de costos es mayor que el costo que se asume por un trabajo más
deficiente.
El análisis es similar al que se hace con un proveedor que,
ofreciendo insumos de muy buena calidad y a mejor precio que sus competidores,
nunca cumple con los plazos de entrega: una opción es cambiarse a uno más caro
y que cumpla con los plazos y otra es quedarse con él y tomar la precaución de
hacer las órdenes de compra con mayor antelación.
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